Egon Schiele

"No hay arte nuevo. Hay artistas nuevos. El artista nuevo tiene que ser fiel completamente a si mismo, ser un creador, ser capaz de construir sus propios cimientos directamente y solo, sin apoyarse en el pasado o la tradición"

Miguel Barnet

".. nos gusta también burlarnos del canon de las academias y de los académicos, de los poderes hegemónicos, de la bolsa de valores y de la prensa adocenada que nos castiga a diario con un lenguaje antiliterario. La literatura no es otra cosa que un antídoto frente a los valores absolutos, un bálsamo y un espejo impúdico que no debe ocultar absolutamente nada. La literatura es la verdadera Caja de Pandora de la mitología y no un tratado de armonía y belleza como quería Platón sino un salvoconducto para instalarnos en esa esfera de lo estético que condensa las aspiraciones más puras del ser humano".
Encuentro Internacional SECH -Chile

domingo, 17 de febrero de 2008

INCITANTE


El azafrán no sirvió nunca más. Es por la tierra por las piedras o por el aire los hechizos se rompen aseveró Fabiola de nuevo instalada encima de mi escritorio esta vez yo estaba con mi pijama azul y sin zapatillas ella sin ropa una hoja de parra tapaba su pubis. La miré y cavilé en Fay que había nacido en New Orleáns que era pobre y se casó con Albert especie de liberador de la carencia material oculta por su familia. Albert la acarició noche tras noche me dijo Fabiola dejándola ganosa, agregó despectiva, no la poseyó se iba al jardín después con las mujeres de color para saciar sus ansias. Hasta el día que Fay llegó del mercado a casa impregnada con olor a azafrán sin besos ni caricias la penetró recalcó ella, añadió mató el hechizo y lanzó a la cara el humo de su enésimo cigarrillo acomodándose la hoja de parra con mirada insinuante me ofreció el último de la pitillera me mostró los muslos. Me hice la tonta fui al baño pensé que mi sesura había desaparecido en las garras de los murciélagos pensé también que nunca me había di cuenta lo poco que duraban los hechizos y concluí que no me extrañaba que el matrimonio de Fay y Albert se hubiera ido a la mierda. Suele suceder también hoy día en que somos absolutamente modernos para dejar el carbón y el hierro que atosiga abriendo el apetito de enredarse en otra historia para evitar resquebrajar el espíritu lamiendo las piedras o embarrándose los pies en los dormitorios congelados de nuestras casas. Fabiola me mira provocativa de pie en la puerta del baño yo me incorporo me limpio arreglo la ropa la sigo. Ella se sienta en la silla de mi escritorio me deja mirarla cuando abre las piernas se levanta la hoja segura de su poder de seducción. Callo ante el veneno gozoso que me señalan sus dedos blancos y largos me echo atrás alarga sus brazos intenta tomarme el cuello, le recuerdo que soy mujer, digo no juego sobre las góndolas . Sonríe insiste la miro de frente descartando el cielo que me ofrece ella como una cualquiera menea el trasero voy a la cama apago la luz me doy vuelta hacia el lado izquierdo ella toca mi espalda la roza suavemente le digo que no me gusta el azafrán que no como violetas en cuerpos de mujer y sale volando por la ventana alumbrada por la luna redonda como sus curvas agita la mano una ancha sonrisa baña su rostro me pongo de pie y cierro la cortina rascándome la cabeza me dirijo al baño a buscar un vaso de agua y tomar un somnífero extraviada en la ópera de la noche solitaria asombrada de la debilidad de mi cerebro que toma por las brasas el sartén sin saber ciertamente si salí del horno a comer el pan o delinear versos entre gallos y medianoche de todas maneras nunca malgasté mi tiempo esperando a un hombre ni amé a un cerdo que quisiera conmigo solo por el olor que me dejó el mercado, me acuesto aburrida de Nin de sus historias repetitivas donde cambia de personajes y sigue con el mismo cuento erótico. Yo no estoy para eso me repito recuperada de la cuasi tentación vuelo al ardor de la tecla a este frenético canto que roba el sueño y me hace padecer este encuentro terrible de no saber que es real o mentira en las avenidas de mi casa donde sobrevuelan las gaviotas que vienen desde Talcahuano a ver como dialogo con Nin en una ciudad perdida en el enervamiento del tiempo con el fatal sino de envolverme con las hojas de uno dos tres cuatro y cinco libros que me elevan al castillo de la dicha a no morir en el intento de atrapar el encanto en la estación de la huida con un suspiro en la boca inhalando los cielos frente a la pantalla que abruman de gozo. Sí, extinguen el ocaso al abrir sagazmente madrugadas que me sublevan contra la muerte. Ayudan a descubrir que no existe edad para los sueños que es posible habitar libremente el planeta sin la biblia el corán y el libro del mormón en lunas exentas de tormento. Recuerdo que olvidé apagar la luz del pasillo y camino hacia el comedor regreso al dormitorio. A Nin se le quedó la pitillera sobre el concreto que la vio desaparecer por los aires succionada por los destellos del arte y la necesidad de sobrevivir y yo en la devoción por la gente que narra su vuelo la tomo la guardo pensando que otra noche vendrá sin Fay y sin Albert con la sutil tortura de provocar algún latido entre mi seso y los muslos sin el afrodisíaco de azafrán chocolate o canela y sin olor a mercado.

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