Egon Schiele

"No hay arte nuevo. Hay artistas nuevos. El artista nuevo tiene que ser fiel completamente a si mismo, ser un creador, ser capaz de construir sus propios cimientos directamente y solo, sin apoyarse en el pasado o la tradición"

Miguel Barnet

".. nos gusta también burlarnos del canon de las academias y de los académicos, de los poderes hegemónicos, de la bolsa de valores y de la prensa adocenada que nos castiga a diario con un lenguaje antiliterario. La literatura no es otra cosa que un antídoto frente a los valores absolutos, un bálsamo y un espejo impúdico que no debe ocultar absolutamente nada. La literatura es la verdadera Caja de Pandora de la mitología y no un tratado de armonía y belleza como quería Platón sino un salvoconducto para instalarnos en esa esfera de lo estético que condensa las aspiraciones más puras del ser humano".
Encuentro Internacional SECH -Chile

sábado, 8 de septiembre de 2007

Consuelo

Siguió caminando. No dejaba de pensar que algo sórdido había en aquella situación, mal que mal todo demostraba que detrás de una sonrisa existe casi siempre una cola de zorra o garras de cuervo. Caminaba hacia la vereda del frente con el descuido propio de alguien desconcertado. Ella lo había dejado solo sin ninguna explicación. La honestidad no brillaba en Concepción. Es como pedir a un ladrón que fuera honrado o a un político que fuera honesto.

En cierta forma esta vida llena de mierda lo tenía asqueado, su bolsillo de poeta escuálido, por no decir de etíope hablaba de algunas monedas para un copete. Aceleró los pasos al bar de medio pelo mientras sacaba de su gastado jeans las chauchas y de la chaqueta un cigarrillo trasnochado que encendió de prisa. A grandes zancadas entró envuelto en volutas de humo. Se ubicó en el lugar de costumbre. Guardaba algunos hábitos, éste era uno de ellos. Otro era pedir el vaso de tinto de tercera. Un poeta chileno enseña a su garganta a ser de lata y a su barriga tarro basurero. Rumiaba su abandono y asía el vaso preguntándose quién podía comprender a las mujeres, esos arranques de amabilidad, esas sonrisas que desaparecían al momento de encontrarse con otro huevón. Sí, eso era, un huevón más. Un juguete pasajero. Apagó el cigarrillo disimulando la furia.

La imagen torturadora de la infiel se reflejaba en las ondas del líquido rojizo, el último sorbo y otro copete por favor gruñó a la mesera desgreñada. Rebatiendo sus pensamientos, no dejaba de elucubrar a qué lugar había ido su compañera. Tras otro largo trago meditaba: esta apocalíptica ciudad le mordía el hígado con la hipocresía de su gente y los testículos se le hinchaban al pensar que los cuernos le crecían en la nuca, quizás si fuera rico no le pasaría esto. Pero ¿acaso los ricos se libraban de los cachos? Quizás si no fuera poeta, si tuviera mejor pinta…¡diablos, hombre! Se contestaba pero si la mierda ronda por todas partes y los demonios lucen cara de ángel, ¿a qué tanto lamento? Es mejor ser poeta con bolsillo etíope que pertenecer a la manga de burócratas o al grupo de políticos burgueses que se llenan la boca defendiendo al pueblo, pueblo que nunca han visto. ¡Ja! Con la ironía desbordando de sus labios, apuró otro trago del vaso de vidrio grueso y barato. Total, nadie se escapa de ser dulces de una noche o juguetes de zorras y cuervos. Pagó y se despidió. Las garras hieren a cualquiera mascullaba…soy poeta libre y vivo al margen de este sistema de mierda. Hundió las manos en los bolsillos y se dirigió a su casa a paso lento.

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